Queen y Adam Lambert demuestran en Chile que el rock no muere
Lambert fue descubierto por Queen en 2009, cuando el vocalista participaba en el programa televisivo de talento "American Idol". A la vista de los resultados, la decisión se demuestra correcta: el registro vocal de Lambert, que a ratos recuerda a Mercury por sus impecables cambios de tono, forma una comunión perfecta con la banda. La historia entre Chile y la banda británica, que hoy vivio un capítulo glorioso, se remonta a 1985, cuando en plena dictadura Queen intentó tocar en el país austral. Pero a Augusto Pinochet impidió que aterrizaran porque los peinados de Brian May y el vídeoclip de "I Want to Break Free" -donde algunos aparecían vestidos de mujer- le parecían "poco apropiados".
Dios salve a la reina. El grupo británico Queen y el joven vocalista Adam Lambert sentaron cátedra la noche de este miércoles frente a más de 20.000 espectadores en Santiago y demostraron por qué el rock nunca muere.
Diez horas antes de que abrieran las puertas del Estado Nacional, los fanáticos de la banda hacían fila ante el principal recinto deportivo de Chile.
"Queen Play 39', decía uno de los lienzos que un seguidor de los británicos sostenía; el mensaje hace alusión a la clásica canción compuesta por el astrofísico, y guitarrista de la banda, Brian May, del disco "A Night at The Opera".
Y con una puntualidad que se agradece en la fría noche santiaguina aparecieron sobre el escenario Brian May (guitarra), Roger Taylor (batería) y John Deacon (bajo).
Junto a ellos, Adam Lambert, el encargado de reemplazar al legendario Freddie Mercury, revolucionó el graderío con "One Vision", "Another One Bites the Dust" y "Fat Bottomed Girls", las primeras canciones del espectáculo.
Lambert fue descubierto por Queen en 2009, cuando el vocalista participaba en el programa televisivo de talento "American Idol". A la vista de los resultados, la decisión se demuestra correcta: el registro vocal de Lambert, que a ratos recuerda a Mercury por sus impecables cambios de tono, forma una comunión perfecta con la banda.
May, uno de los guitarristas más influentes en la música contemporánea, demostró que a él los años le pasan en vano. Sus solos de guitarras y ejecuciones perfectas revelan que el también doctor en astrofísica no pierde calidad.
"Don't Stop Them Now" es el nombre de la gira que trajo a Queen a Sudamérica; nombre que parafrasea a uno de los grandes hits de la banda, y recientemente calificada, según un estudio de la Universidad de Groningen, como la canción más alegre mundo, "Don't Stop Me Now".
Esa alegría es la que ayuda a la banda a conectar con un público que alcanzó el clímax cuando los británicos interpretaron "Radio Gaga" en medio de la complacencia colectiva, manifestada con coros y palmas.
A diferencia de la última visita de Queen a Chile, en 2008, cuando Paul Rodgers, el excantante de los grupos Bad Company y Free, tomó el lugar de Mercury, este 2015, los ingleses sólo incluyeron grandes éxitos de su repertorio, como "We Will Rock You", "Bohemian Rhapsody" y "Somebody to Love"
Lambert usó un manto típico chileno en medio de la presentación, e interactuó constantemente con el público demostrando lo carismático que es. No es sólo su voz lo que hace recordar a Mercury.
Pero también se le suman características de otros músicos, como la parafernalia y puesta en escena de George Michael y las chaquetas de cuero de Rob Halford, el vocalista de Judas Priest, ambos también británicos.
Queen pasó a la historia gracias a su unión como banda, y eso lo demostró en Chile al intercambiar los vocalistas en algunas canciones, recordando en las pantallas a Mercury y manteniendo la sonrisa durante todo la presentación, algo que no suele pasar en músicos con mas de 65 años.
En este concierto, Lambert dejó en claro que no viene a reemplazar a Freddie Mercury, sino que busca aportar con su propio talento y calidad.
"Un Elvis más teatral" o "Un regalo de Dios", es lo que han señalado a la prensa May y Tylor sobre el exparticipante de American Idol, que a sus 33 años acaricia una promisoria carrera.
La historia entre Chile y la banda británica, que hoy vivio un capítulo glorioso, se remonta a 1985, cuando en plena dictadura Queen intentó tocar en el país austral.
Pero a Augusto Pinochet impidió que aterrizaran porque los peinados de Brian May y el vídeoclip de "I Want to Break Free" -donde algunos aparecían vestidos de mujer- le parecían "poco apropiados".
Pese a que el dictador impidió que Mercury conociera a Chile, el concierto de esta noche dejará el recuerdo de Queen entre los fanáticos, incluidos el vocalista original y su reemplazante.
Ésta fue la última parada de la gira. Después de recorrer Europa y América los músicos vuelven a casa, pero manteniendo el lema de la banda y uno de sus himnos: que por mucho tiempo más "Dios Salve a la Reina".
El emocionante retorno de Queen a Chile
Junto al vocalista Adam Lambert, Brian May y Roger Taylor lograron revivir anoche, ante más de 20 mil personas en la Pista Atlética, la magia de la legendaria banda británica.
Marcelo Contreras
01 de octubre del 2015 / 00:22 Hrs
Digámoslo desde ya: proverbial que los miembros activos de Queen hayan encontrado al vocalista estadounidense Adam Lambert, aunque fuera en una de esas competencias televisivas de talentos -en este caso, la temporada 2009 de American idol- donde todos cantan más o menos parecido, con técnica perfecta y anemia aguda en materia de carácter. Aunque anoche el frío se apoderó de la pista atlética del Estadio Nacional, las más de 20 mil personas que asistieron a este nuevo intento de los sobrevivientes de Queen fueron testigos del más digno homenaje que han podido montar tras la irreparable perdida de Freddie Mercury. Después de anoche quedó atrás y sepultado el desabrido recuerdo de su anterior paso en 2008 cuando arribaron junto al sobrevalorado Paul Rodgers.
Con gran montaje que incluyó una gigantesca pantalla gigante y la compañía de tres músicos repartidos en bajo, percusión y teclados, este ensamble que se promociona lógicamente como Queen en letras de molde y el de Adam Lambert en caracteres más pequeños, arrancó con la rockeraza One vision. De inmediato el sonido fue perfecto. May sigue siendo un prodigio de la guitarra, pulcro, diestro y singular, siempre sosteniendo ese modelo que construyó él mismo, mientras Taylor mantiene la solidez de siempre, empuñando las baquetas al revés para timbrar golpes más rudos, sin olvidar que siempre fue una de las voces de soporte en la gran mayoría de los temas.
Pero la duda era Lambert. Ataviado de cuero, remaches, lentes oscuros y ligera barba, recordaba el look de George Michael en la época de Faith (1988). Quizás algo contenido en un comienzo y cediendo terreno a May, que cubría el escenario con la cancha que da haber actuado ante las mayores audiencias del mundo entero por décadas, no demoró mucho en asumir el control de la situación. Y cuando finalmente lo hizo, fue notable. Adam Lambert no solo tiene una voz de amplio registro, sino las maneras que requiere la teatralidad inherente al material de Queen.
Con Fat bottomed girls empezó a soltarse notoriamente, y se desató por completo en Killer queen: se recostó en un sofá color mora con ribetes dorados, sacó un abanico, pestañeó rapidito como una verdadera reina. No solo cantó el tema, sino que lo interpretó. O sea, la escuela de Freddie Mercury. De ahí, una seguidilla de grandes temas y momentos. Movimientos pendencieros en Crazy little thing called love, y una emotiva versión de Somebody to love, donde hizo gala de sus impresionantes dotes vocales.
Luego Brian May se quedó solo en el escenario para rendir la hermosísima Love of my life, coreada íntegra por todo el público, incluyendo una sincronización con la pantalla gigante con la voz e imagen de Freddie Mercury, en otro instante conmovedor de la noche.
Sobraron el solo de bajo y la batalla de batería -viejos resabios de los años 70-, pero el show retomó su nivel con Under pressure y Who wants to live forever. Entre medio, Adam Lambert incluyó Ghost town, de su último álbum solista, que no desentonó para nada. En rigor, esta nueva versión de Queen con este cantante al fin es la química que todos esperaban de una de las mayores leyendas del rock.
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